¡Vivir! hizo un fantástico recorrido y
ahora les muestra siete de ellas: Bahía de las Águilas, el Hoyo de
Pelempito, Constanza y Jarabacoa, las dunas de Baní, la Sierra de
Bahoruco, el Morro y la Península de Samaná.
Hay un país en el mundo,
colocado en el mismo trayecto del sol, oriundo de la noche, colocado en
un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol... y su rastro está
lleno de maravillas. Se trata de República Dominicana, nuestro bello
país, una media isla caribeña que en sus 48,730 km2 conserva una
envidiable variedad de hermosísimos paisajes.
Bahía de las Aguilas
Por un lado están esas bellas playas de aguas cristalinas que
invitan a zambullirse y de arena tan blanca y suave que juegan con
los pies; por otro, hay una gama de plantas, aves y otros animales -ya
sean, endémicos, o bien exóticos- que confirman que definitivamente el
Creador, quien quiera que fuese, externó preferencia por este país.
Hoyo de
Pelempito
Samaná
Y, como si fuera poco, dentro de esa variedad, hay también destinos
fríos en los que el buen clima se impone, externándole una invitación
permanente a quienes, de vez en cuando, quieran escapar del clima
habitual y sentirse “en otro país”.
Montecristi
En fin, tal cual reza el eslogan
promocional del Ministerio de Turismo, éste es “el país de las
maravillas” y a continuación ¡Vivir! hizo un fantástico recorrido y
ahora les muestra siete de ellas: Bahía de las Águilas, el Hoyo de
Pelempito, Constanza y Jarabacoa, las dunas de Baní, la Sierra de
Bahoruco, el Morro y la Península de Samaná.
La Sierra de
Bahoruco
Constanza
Jarabacoa
Escrito por:
MILLIZEN URIBE
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