• Una cita por Facebook lo llevó a la muerte

    Francisquito, de 26 años, murió la mañana de este lunes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Traumatológico Doctor Darío Contreras, luego de 27 horas de agonía, tras chocar su vehículo con una pared en la carretera Mella pasadas las 7:00 de la mañana del día de Navidad.

    Santana fue trasladado a la sala de emergencias del centro asistencial, junto a dos jovencitas que lo acompañaban en su vehículo y que resultaron levemente heridas en el accidente que se produjo en las inmediaciones de Pidoca, en Los Mina.
    Las chicas identificadas como Marleny Santos, de 22 años y Cristal Berroa, de 21.
    Una de ellas dijo a los médicos que vino desde la ciudad de Nueva York para encontrarse con Santana a quien conoció por Facebook.
    Dijo que al parecer su amigo se durmió cuando le dieron los primeros rayos del sol del Día de Navidad.
    Contó que había conocido a Francisquito por Facebook y esa madrugada se reunieron para terminar de pasar juntos la Nochebuena.
    Los familiares y amigos de Santana dicen que este salió a las 4:00 de la madrugada de su hogar. No escuchó los ruegos de su esposa Lucía, de que no saliera a esa hora y ya con algunos tragos muy avanzados.
    No hizo caso. Se fue a su cita con la muerte.
    Francisquito nació en Los Mina, específicamente en la calle Rosa Duarte, pero desde hace un tiempo se había ido a vivir con su familia a Lucerna, dijo a VIGILANTEINFORMATIVO.COM un amigo que sólo se identificó como Juan, que estaba en la antesala de UCI mirándolo agonizar a través del cristal.
    Tenía dos hijos, procreados con Lucía, quien lo lloró por adelantado en el patio del Darío Contreras, donde amigos y familiares trataban de consolarla, mientras su marido terminaba su vida.
    Ella no tenía fuerza para verlo conectado a tantos aparatos que lo mantenían vivo.
    Eran familiares y amigos los que les daban noticias de segunda manos y todos se lo confiaban a Dios.
    El comentario obligado en el Darío Contreras era que Santana, quien llegó cerca de las 8:00 de la mañana con el pecho literalmente molido y la cabeza desbaratada, había salido a verse con una amiga virtual que había cultivado en Facebook más allá de nuestras fronteras.
    Tan pronto lo entraron al hospital, los emergenciólogos lo llevaron a la unidad de resucitación y de ahí pidieron especialistas que recomendaron enviarlo sin dilación a la Unidad de Cuidados Intensivos para su monitoreo 24 horas.
    Allí se lo entregaron a la intensivista Angelita Areché, quien no se despegaba de la cama 2, dónde fue conectado a los equipos de respiración artificial. “Sólo Dios puede salvarlo”, dijo Areché, quien apoyó su diagnóstico, no sólo en la sabiduría médica, sino también en su fe, como buena cristiana.
    Horas antes, luego de recuperada del gran susto, volvió a la Sala de Emergencias una de las chicas que lo acompañaba a la que una doctora tuvo que darle una sábana para que se cubriera por la poca ropa que llevaba puesta y pudiera volver a su casa.
    Retornó a indagar la suerte de su amigo virtual. “Está muy mal”, le dijeron, al tiempo que le advirtieron que su esposa estaba sentada en la parte frontal de la Emergencia. Salió, rauda, por la puerta trasera, para no volver.
    A las 4:00 de la tarde del domingo, hasta Intensivo llegó una mujer de unos 48 años; lo miró fijamente, murmuró algunas palabras y salió en silencio.
    Ya en la antesala, la mujer con falda larga dijo pertenecer a la Iglesia Pentecostal, se encontró con algunos familiares de Santana y les aseguró “se va a parar de esa cama, sentí su vibración. Dios va a hacer un milagro con él”.
    Santana tenía politraumatismos craneoencefálicos y tórax abdominal. Todo indica que no llevaba el cinturón de seguridad puesto y entre el cristal y el guía aprisionaron su pecho y la cabeza.
    El atrevimiento de la evangélica le ganó una llamada de atención del periodista Darío Mañón, director de Prensa y Relaciones Públicas del hospital, quien le pidió que abandonara el área restringida hasta para los familiares de los pacientes.
    La fortaleza que dá la juventud y las fuerzas de las oraciones no fueron suficientes para arrebatarle a Francisquito a la muerte, que a las 10:00 de la mañana se posó sobre la cama 2 y se lo llevó para siempre.
    Un joven que rehusó identificarse dijo que pasó como a las 9:00 de la mañana por Pidoca y vio el carro de su amigo desbaratado en la parte frontal. No pensó que Francisquito estuviera conduciendo el vehículo, ya que –dijo- de vez en cuando lo alquilaba para ganarse algunos pesos, ya que no estaba trabajando.
    A las 10:00 de la mañana los equipos de respiración artificial y que monitoreaban su corazón dejó de funcionar. Su corazón dejó de latir y segundos después se escuchó un grito de dolor y la histeria estalló entre sus familiares y amigos que bien temprano llegaron para seguir su lucha contra la muerte.
    Allí revivieron el dolor que un año atrás también causó la muerte de su hermano mecánico quien falleció para esta fecha en otro accidente cuando reparaba un vehículo.


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